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María, la que siempre está

El 8 de mayo se celebra el Día de Nuestra Señora de Luján, Patrona de la Argentina.El amor del pueblo argentino por la Virgen que se hizo presente en la Villa de Luján y quiso quedarse; quizá sea esta es una de las cosas más lindas que apreciamos de la Virgen: que se quedó con nosotros.

Nos gusta agradecer a una persona que nos ha ayudado mucho, sobre todo en algún momento difícil; a esa persona le decimos: “Gracias por estar”. Una de las cosas que más valoramos de los amigos o de las personas que nos quieren, es que están al lado, que están cerca”.
El pueblo argentino reconoce a la Virgen como la que siempre está.

El Evangelio nos recuerda, cuando el Ángel le anuncia a María, y le pregunta, si está disponible para ser la madre del Señor, para hacer posible que Dios se haga carne; se haga historia; se haga tiempo, se haga lugar entre nosotros, y esto gracias a la disponibilidad de María que estuvo ahí.

María llega a decir: “Yo soy la servidora del Señor, que se haga en mí según tu palabra”.
¡Quí bueno que es esta disponibilidad de María! ¡Quí bueno que es cuando nos encontramos con alguien que está siempre disponible, que nos inspira confianza y acerca de quien podemos decir: “Yo a esta persona le puedo pedir un favor; yo a esta persona le puedo pedir este consejo; yo sí que esa persona va a estar ahí si lo necesito”. Eso crea para nuestra vida un ambiente de muchísima confianza.

María es la que está ahí en nuestra historia, para inspirarnos la confianza en Dios que está presente en nuestra historia, que no la vamos haciendo nosotros solos.

Pero María para estar disponible pregunta: “¿Cómo puede ser esto? ¿Cómo puedo ser madre si no convivo con ningún varón?”.

María no pregunta sospechando ni dudando; ella pregunta asombrada. Es la pregunta de quien quiere profundizar en lo que está ocurriendo. Por eso María cuando nos acompaña como pueblo nos ayuda a que nos preguntemos acerca de la situación que vamos viviendo, pero con la confianza de saber que hay alguien en la vida, que hay alguien en la historia que nos va acompañando.

Nuestra historia personal, nuestra historia comunitaria no sucede porque algunas fuerzas ocultas la manejan, sino porque hay una fuerza, que se nos muestra, que se nos manifiesta, que es una fuerza de amor, es una fuerza amante: es otra vez el Dios que nos acompaña y que está.

Esto es lo bueno de la Virgen: nos presenta el signo visible de que Dios está con nosotros, haciendo la historia. Y la historia entonces no tiene un trágico final; la historia no está manejada por fuerzas que nosotros no podemos controlar, como si fuíramos esclavos o títeres de una fuerza oculta que no nos obliga a tener que adivinar el futuro para que estas fuerzas no nos dominen, sino que es una fuerza de amor que nos va ayudando a hacer juntos la historia: uno poniendo lo mejor y Dios poniendo todo lo suyo, para hacer juntos una historia en la que vamos ganando en libertad; en la que vamos creciendo como personas; que nos va dignificando porque podemos elegir, y que además nos ayuda a trabajar para que cada uno pueda elegir su propia historia de la mano de Dios.

Que María nos ayude a preguntarnos: ¿Cómo puede ser esto?, y profundizar en lo que vamos viviendo pero con una pregunta que surja de la confianza de que Dios está con nosotros.

Fuente: www.zonanortediario.com.ar

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