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Violencia en San Isidro: alumnos del San Juan El Precursor destrozaron el colegio

En la madrugada del viernes pasado, entre las 0.30 y las 2.05, cuando terminaba una cena de gala en honor a los egresados y familiares de la camada 62 del Colegio San Juan El Precursor, en San Isidro, un grupo de unos 15 estudiantes provocaron graves destrozos en las instalaciones, según denunció la institución en una carta dirigida a la comunidad educativa el domingo pasado. De hecho, rompieron notebooks –una de ellas terminó arrojada en una casa aledaña–, cuadros, vidrios y esculturas. En ese comunicado, se consignó que a través de las cámaras de seguridad pudieron ver a un alumno que caminaba por el lugar con un martillo en la mano.

“Queridas familias de la camada 62: les pedimos disculpas por enviarles esta comunicación un domingo, día de descanso y para compartir en familia, pero creemos que el mensaje que queremos transmitirles lo justifica”, comienza el texto que enviaron las autoridades del colegio a las familias.

El San Juan El Precursor es una de las pocas escuelas bonaerenses que mantiene una modalidad diferenciada, es decir, solo asisten varones. El diario La Nación se contactó con la institución, que contestó con otro comunicado, en el que sostuvo: “Nos reunimos con algunos alumnos y familias. Varios de ellos han asumido parte de lo ocurrido, y expresado su arrepentimiento y su voluntad de asumir las consecuencias”.

En el texto, que fue enviado el domingo, se describe que un grupo de aproximadamente 15 alumnos de 6° año arrancaron y se llevaron las esculturas de sapitos de cerámica de la fuente del patio de honor y desprendieron fragmentos de azulejos y mampostería, que, según la institución, serán difíciles de reponer.

En uno de los salones de colegio, llamado Padre Castagnet, derribaron bancos y mesas, rompieron a golpes un monitor y destruyeron dos notebooks. Desde el balcón de ese espacio, arrojaron una de las computadoras, junto con un reloj de pared y el trípode de una cámara, que quedaron a 30 metros de distancia, en el jardín de una casa vecina.

En varias aulas, forzaron las cajas del CPU, introdujeron alambres en el ventilador del equipo y se llevaron dos cámaras web. De la sala de profesores, sacaron un cuadro, rompieron el vidrio y dejaron los restos dentro del ascensor. En las zonas donde había una muestra de arte, se llevaron una de las esculturas expuestas.

“Todo esto sucedió mientras las familias, compañeros, profesores y directivos vivíamos el último tramo de la fiesta, organizada para homenajear a la camada. A la mañana siguiente, hicimos el recuento de daños y analizamos las cámaras de seguridad que registraron las distintas situaciones de destrozo. Lo que nos mostraron las imágenes nos dejó con un nudo en la garganta, por ejemplo, había un egresado recorriendo los pasillos con un martillo en la mano, grupos de egresados rodeando la fuente, algunos haciendo de campana, otros forcejeando con los adornos y padres observando esa escena sin intervenir”, señala el comunicado.

Con un profundo dolor y malestar, las autoridades describen que, a esos jóvenes que los conocen desde hace años, los vieron a través de las cámaras caminando en medio de la oscuridad, guiados solo por la luz de sus celulares, buscando objetos para romper.

“Mientras hacíamos el recuento de daños y analizábamos las cámaras, en la mirada de las personas que trabajan en el colegio veíamos reflejada la desolación y la decepción de los empleados de mantenimiento, que el día anterior habían trabajado de sol a sol para que el acto de entrega de diplomas y la comida salieran excelentes”, agregaron desde la institución.

El daño fue tal, que, por ejemplo, tuvieron que tocarle el timbre a una vecina para buscar los restos de una computadora y otros objetos que los alumnos arrojaron. “Cuando la vecina nos recibió, se veía asustada, nos preguntó si habían entrado a robar. Fue difícil explicarle que quienes habían cometido semejantes desmanes eran alumnos nuestros, a quienes esa noche estábamos agasajando porque egresaban”, se lee en el comunicado.

De a poco, empezaron a citar a los alumnos responsables para hablar con ellos.

“No queremos que estos hechos solamente sean abordados desde los protocolos que hemos establecido para situaciones de indisciplina. Necesitamos que la camada de padres y madres tome este tema como propio. Que se involucre. Que participe. Un primer paso es que cada familia hable con su hijo y que sean las familias mismas las que tomen la iniciativa de traer a su hijo para dar la cara y asumir, con valentía, las acciones que cada uno realizó. Otra acción esperable es que la camada de familias y alumnos cumpla con un compromiso asumido verbalmente hace varias semanas por algunas familias para realizar una o varias jornadas de trabajo en el colegio, para reparar daños provocados tiempo atrás por los chicos”, concluye el comunicado.

Fuente: (www.www.zonanortediario.com.ar / La Nación)

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