InicioOPINIÓNOpiniónEl retorno de “Pan Triste”

El retorno de “Pan Triste”

Nuevamente la sociedad recibe el mensaje mediático de un joven que mata a puñaladas a otro menor por estar cansado de que el otro ejerza violencia de manera cotidiana.
Una vez más la sociedad recibe la noticia de que un joven de tan solo 16 años, mato a puñaladas con un simple cuchillo a otro menor, de tan solo 15 años, luego lo enterró en el fondo de su casa hasta que se quiebra y se comienza a divulgar la verdad de una muerte anunciada y que podía haber sido evitada.
La victima fue un chico que residía con su familia en el conurbano bonaerense, al igual que millones de jóvenes. Su nombre era Oscar, mas conocido por todos y ahora por el país como Oscarcito.
Las escuelas, los barrios, en todos los ámbitos de nuestra sociedad hay muchos chicos como Oscarcito.
Podemos decir que los hay inquietos, traviesos, inmaduros para la edad que tienen, desaplicados, que sería lo normal ya que reciín se esta saliendo de la pubertad y si además le agregamos el toque de pimienta, que en su hogar hay serios problemas, nos encontramos con un joven que además de tener actitudes traviesas, manifiesta actitudes de rebeldía y de perturbaciones de conductas.
Son muchos los casos en que jóvenes no pueden ser contenidos, con familias disociadas o fragmentadas, que no tienen la capacidad de poner los necesarios límites a un chico para poder vivir en sociedad, asistiendo regularmente y con íxito a una escuela, incorporarse a grupos de esparcimiento en el barrio, como ser clubes, grupos de música, teatro, o cualquier otra actividad que requiera un cierto grado de responsabilidad y pertenencia.
Son muchos los chicos que abandonan la escuela porque esta no les resulta significativa, porque allí solo van a comer, a jugar, a pasar el rato, además el sistema educativo esta pasando por una de las peores crisis de su historia y no cuenta con los recursos tanto humanos como materiales, para darle contención, a todos estos jóvenes con actitudes negativas para los aprendizajes y para la sociabilización.
Oscarcito de pronto se encontró en la calle, expuesto a muchas tentaciones, al vicio que le inculcaban otros seres mayores, ya que nadie hoy puede desconocer que el avance de las sintomatologías crónicas (adiciones) es un flagelo, que asota descontroladamente a todas las clases sociales y ya no se conforman con un joven de la secundaria, hoy están ofreciendo sustancias tóxicas para la salud a poco menos que niños de pecho.
Este chico tal vez pensó que en el consumo de paco y otras sustancias tóxicas, se podía evadir de su realidad, de su medio natural, abstraerse de los problemas que lo apenaban.
A esa edad un chico debe estar pensando y construyendo su futuro, tiene que tener sueños, esperanzas, ideales, es decir estar construyendo un proyecto de vida.
Pero a Oscarcito, como a tantos otros jóvenes de nuestra provincia, les robaron las ilusiones, los condenaron a ir muriendo lentamente, cada hora, cada día, cada semana, ya que las posibilidades de íxito para ellos son nulas.
Este joven puede ser tomado como referencia para escribir el argumento de una tira para la televisión, o el argumento para un ensayo o un excelente libro.
De acuerdo a manifestaciones realizadas por familiares directos, Oscarcito ya vivía intensamente una vida equivocada para su edad y para poder llegar a disfrutar de una vejez placentera. Era normal que se ausentara de su domicilio sin dar explicaciones de donde iba, por padecer de sintomatologías crónicas (adicciones) hasta llegaba a delinquir.
Su conducta negativa para la sociedad era reconocida aparentemente por todo el barrio, quienes nada pudieron hacer por el como sociedad. Por otra parte tampoco lo hacia su familia.
La sociedad a travís de la justicia de menores, lo había detenido y derivado a un par de hogares de guardas o institutos, de los cuales en muy poco tiempo se escapo, retornando a su casa. Cabe acotar que ante esta situación, lo lógico es que si hay una orden judicial firme de que el menor permanezca en un centro de internación, al escaparse, de inmediato se lo busque, se lo ubique y se lo conduzca nuevamente al sitio de donde se escapo y a los responsables del sitio en cuestión, se les realice una investigación. Pero en este país todo es así, alguien pasa a ser fugitivo y nadie se preocupa por el, al contrario, lo van a buscar para que realice algunos trabajitos.
Oscarcito pensó que era libre de realizar todos sus caprichos, de tener actitudes que pueden rayar muchas veces en la perversión, maltratando, agrediendo, física y emotivamente a sus pares, a vecinos, a otros jóvenes del barrio o de su entorno, que no se prestaban a sus requerimientos.
Y este tema es común en los centros urbanos de bajos recursos (asentamientos de viviendas precarias), en las escuelas, en casi todos los ámbitos de la sociedad, siempre aparece algún Oscarcito, que molesta en clase, que no respeta los límites del sistema en el cual se halla inmerso, mucho menos los límites que pone la sociedad, y comienzan a ensañarse con alguna persona a la que consideran díbil, lo maltratan físicamente, psíquicamente y emotivamente, hasta que el otro no soporta mas dicha presión a la que esta sometido.
En un libro que versaba sobre la guerra civil española, su autor, un gran historiador español, afirmaba, que el ser humano, ante situaciones límites, puede actuar de manera impredecible, que el ser más despiadado puede demostrar un elevado arrojo y actuar de la manera más altruista imaginable aun a riesgo de su vida, pero que el ser mas cordero, acuciado por el continuo hostigamiento puede transformarse de cordero en la mas sanguinaria fiera.
Aparentemente esto es lo que ha ocurrido con Oscarcito, tanto va el cántaro a la fuente que al final se produce el quiebre.
Según trascendidos su agresor, manifestó que estaba cansado de la permanente agresión de Oscarcito, razón por la cual un día decidió terminar con la vida del otro chico, de una manera violenta y terrible.
Lo que para muchos no nos cierra es el porque luego de consumado el brutal asesinato, lo enterró a escasos 040m en el fondo de su propia casa.
Este joven que debe estar pasando un infierno por la acción cometida, ¿no tubo a nadie a quien pedir ayuda ante la grave situación que estaba atravesando? La sociedad mira horrorizada las noticias y declama que esto no puede ser cierto.
Pero lamentablemente este caso es igual que el famoso pan triste, ¿recuerdan? Un chico que cansado del mal trato un día exploto y desato una terrible agresión.
¿Acaso tambiín olvidamos el caso del joven de Carmen de Patagones?
Pero la sociedad, el estado, la justicia, la falta de políticas de estado referido a la contención de jóvenes con problemas de conductas, la falta de establecimientos apropiados para derivar a menores con problemas de conducta, la falta de sitios para rehabilitar a menores con sintomatologías crónicas, hacen que tanto los padres, como la policía, los docentes, los vecinos, no cuentan con la protección y las herramientas adecuadas para rehabilitar y volver a insertad en el sistemas a estos menores conflictivos.
Pero la falta de soluciones sustentables y viables conlleva a que de manera cotidiana menores con actitudes negativas para su sociabilización, siga estando dentro del sistema, y lo más grave que ejerza mal trato a sus pares, que desconozca la autoridad de los adultos responsables, derivando muchas veces esa falta de respeto a los valores instituidos, en verdaderos dramas.
Tal vez halla llegado el momento que la sociedad, pero principalmente el estado en primer lugar, luego la familia, y luego la sociedad toda, de que se comiencen a adoptar medidas y estrategias que permitan a estos jóvenes insertarse en la sociedad y ser personas de bien cuando lleguen a ser adultos.
No sirve de nada ver como dos familias están destrozadas psíquicamente y emotiva-mente, que no se tengan que derramar más lagrimas por ningún otro Oscarcito, que no se repita el caso de Pan triste y que este se pierda en el olvido, como sucede en las sociedades realmente civilizadas y donde los derechos son para todos por igual y no para unos pocos privilegiados.

Fuente: www.zonanortediario.com.ar

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