Las probabilidades de que un jugador cualquiera pueda ganar la lotería son extraordinariamente bajas. De hecho, son tan bajas las posibilidades de ganar la lotería, que tendrías que jugar al menos un número todos los días para que, en un período de 5 años aproximadamente, puedas aspirar a ganar el premio mayor al menos una vez. ¡Y aun así la gente sigue jugando a la lotería!
Resulta muy curioso todos aquellos motivos que impulsan a las personas a jugar la lotería y, por esta razón, vale la pena comentarlos y conocerlos más a fondo para descubrir por qué tanta pasión por un sorteo que seguramente no ganaremos.
Razones generales para jugar la lotería.
Un estudio publicado en el Psychology Today y realizado por Kevin Bennett deja ver algunas de las claves por las cuales tendemos a sentir gusto por los juegos de azar y la lotería. Del mismo modo, en un artículo propio del International Gambling Studies se examinan las principales razones por las cuales las loterías son tan exitosas, pudiendo encontrar como resultado de ambos estudios las siguientes razones generales para jugar y apostar:
1. Para tener posibilidades de hacerte rico de un día para otro: Aunque pueda parecer algo obvio, la razón principal por la cual se suele acudir a la lotería es por la remota posibilidad de que te puedas volver rico. La ilusión de volverse rico podría responder a la necesidad de “rescatarnos de nuestra realidad”, más cuando se tienen serios problemas financieros.
2. Para no quedarse fuera de la ola o del evento: Si bien es cierto que hay razones egoístas y personales para comprar un boleto de lotería, no se puede dejar de lado el hecho de que la lotería es un sorteo público en la mayoría de los casos, cargando consigo un cierto peso social que compromete la compra de al menos un boleto o papeleta. ¡Si todos juegan debe ser por algo!
3. Porque los boletos suelen ser bastante accesibles: El gancho principal por el que las personas siguen comprando boletos de lotería es, básicamente, que el valor de los boletos es insignificante en relación a la ínfima posibilidad de ganar el premio mayor. Dicho de otro modo, ¡vale muchísimo la pena el riesgo de perder un poco de dinero por la remota posibilidad de ganar!
4. Porque resulta divertido: Como se comentó con anterioridad, jugar quiniela online o de forma presencial termina siendo todo un evento social y, como tal, tiene su grado de diversión al permitirte compartir la experiencia, crear estrategias y, prácticamente, esperanzarse por esa posibilidad de ganar. En dado caso de que no ganes, ¡igual te divertiste apostando!
Todos estos motivos son los que han transformado la lotería en toda una experiencia, siendo también los motivos de mayor fuerza para, por ejemplo, comprar boletos online para ganar el pozo por 1,6 mil millones de dólares desde Argentina. ¡Tal parece que la lotería seguirá siendo jugada durante mucho más tiempo!
Ilusión y sesgo de disponibilidad al jugar la lotería
Una de las características del ser humano como especie es la proyección a futuro. La esperanza de progresar y conseguir cosas mejores, es uno de los motores principales para que las personas actúen y no se estanquen, siendo un sentimiento con el cual juega muy bien la lotería para fomentar sus ventas y perdurar en el imaginativo de la sociedad. ¡Nos aferramos a la idea de ganar porque sí existe gente que lo ha hecho!
Lo último comentado es lo que se entiende como sesgo de la disponibilidad, misma táctica que se ve fomentada por los medios de comunicación actuales que gozan de un alcance mucho más profundo en la vida de los usuarios. Esto, combinado con la ilusión de control que te brinda esta clase de práctica, hace posible que estemos tan pendientes de cosas como los resultados de la quiniela a nivel nacional.
En resumidas cuentas, pese a que la lotería pueda ser considerada como una trampa para la sociedad y una pérdida de dinero a largo plazo, no cabe duda que la lotería o quiniela es una experiencia enriquecedora que forma parte de la identidad de los jugadores dentro del país (independientemente del país que sea). Por tanto, ¡no hace falta verlo con tan malos ojos o de manera tan negativa!