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La soberanía nacional y Massa

No es en contra de nadie, mucho menos en contra de un candidato, es una reflexión que se merecen hacer todos aquellos que levantan una bandera ideológica. En 1946 JD Perón expresó un lema que describía el escenario concreto y palpable donde se disputarían las elecciones históricas que lo llevaron al poder. “Braden o Perón” no era una contradicción ideada meramente para captar votos. Sino el resumen político que nombraba dos proyectos de país en pugna, uno colonial y el otro soberano.

La teoría de las contradicciones sociales forzada por el ideario Maoísta en los movimientos populares que por cierto se quiso diferenciar filosóficamente del brutal estalinismo soviético, a la larga terminó siendo lo mismo.

Su estrategia basada en “pueblo” por un lado y “enemigo del pueblo” por el otro desde que tenemos uso de razón en la Argentina, siempre el enemigo de este último fue identificado principalmente con la embajada y gobierno Norteamericano más allá de sus colaboracionistas de turno. Distinto al marxismo y a su división de clases, el maoísmo se caracteriza en no realizar esa distinción haciendo que la denominación de pueblo la comprendan todos aquellos que luchan contra estos eternos enemigos. Así en su guerra anti imperialista la principal contradicción no radica en el enfrentamiento o disputa entre trabajadores y capitalistas, sino que en él, es el pueblo que enfrenta al enemigo capitalista-imperialista, subordinando su lucha a lo que sería su contradicción principal, es decir, su enfrentamiento no es ya contra la burguesía o burocracia reaccionaria. Es por ello que hoy criminales como Daniel Ortega (presidente de Nicaragua) pueden ser venerados al igual que ahora se santifica en Argentina a la embajada americana o al gobierno estadounidense de Biden sin importar cuántas muertes, golpes de estado y manos ensangrentadas con guerras injustas tengan en su haber recordando al pasar por citar una, la célebre Escuela de las Américas cuna de golpistas, torturadores y asesinos. Lo que ayer políticamente y filosóficamente era un horror hoy lo han convertido en un acto de justicia social que nos pone en lo que muchos llaman el seguro camino de la “liberación nacional” de la mano del FMI y de EEUU. La contradicción se apoya en estimular enfrentamientos constantes y aprovecharse al máximo de ellos, sin importar el costo social o las víctimas inocentes que a su paso deje.

Es llamativo ver a los ayer denostadores del hoy súper ministro de economía que acompañó al macrismo electoralmente, cogobernando, legislando, viajando a Davos y legitimando el feroz endeudamiento con el FMI, como ahora radicalmente es ungido como un dirigente “progresista”, que se divierte con sus amigos subiendo y bajando el dólar, empeñando salvajemente al país con un libreto impreso (made in USA) de lo que algunos progresistas lo tienen agendado en su diccionarios como “la extranjería”, hipotecando sin piedad alguna el futuro de generaciones enteras y garantizando al fiel estilo británico el sometimiento colonialista con índices inflacionarios irracionales y absurdos, que nada se condicen con la realidad pero que fortalecen el mito de la capacidad y la eficiencia de funcionarios políticos realmente ineptos que encajan al dedillo en una Argentina donde solo los peores y sus familiares – y está probado – acceden a los mejores cargos.

En sí, imperialismo electoral de los 40 al estilo Braden o peronismo, es la nueva contradicción a la que todos mansamente se someten. Bien decía J. D. Perón; “Cuando te aplauden los de afuera y se priorizan sus intereses es porque estas jodiendo a los de adentro”.

Un Estado y gobierno que privilegia en su accionar la adhesión de cómplices excluyendo a los capaces, garantiza el éxito de los de afuera condenando a los de adentro a una miseria estructural que alcanza o supera hoy al 60% de la población. Lo cierto es que el país que sigue siendo saqueado por los de afuera con la complicidad y connivencia de los adentro, no se desarrolla a fuerza de empréstitos con el FMI o más impuestos que hunden al pueblo; sino entre otras cosas primordiales, crece o se libera de éstos en parte a través de garantizar la educación para todos (la verdadera revolución de los pueblos) y recomponer su aparato productivo nacional.

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