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El muro de la verguenza

Hace unas horas la comunidad de San Isidro tomó conocimiento público de la decisión del intendente Gustavo Posse de construir muros en los límites distritales con el municipio de San Fernando y en los barrios más humildes de nuestro distrito bajo la excusa de una supuesta estrategia de seguridad ciudadana.

Esta reacción espasmódica, producto de una especulación electoral, que no atiende la problemática que más aflige a los sanisidrenses, sólo abona a políticas de aislamiento y miedo. A lo largo de la historia de la humanidad los Muros (el de Berlín, la Muralla China, el Muro de la frontera entre Míxico y EE.UU.) concebidos como un herramienta para garantizar la seguridad territorial, han fracasado en su objetivo. Por el contrario, cumplieron con la función de ocultar la realidad que existe tras las paredes. Demostraron ausencia de una democrática voluntad política para actuar y transformarla.

Esta medida arbitraria plantea una fuerte involución de la Gestión Pública: es imposible combatir con herramientas de la ípoca medieval (muros divisorios) la compleja problemática social que nos aqueja a los bonaerenses en el silgo XXI, que es la Inseguridad.

Esta iniciativa llevada adelante por el intendente Posse no es un hecho aislado o una medida coyuntural como se trata de explicar en estas horas desde el ejecutivo municipal, para descomprimir el fuerte rechazo público a esta medida. Sino que es parte de una visión sesgada y arcaica que sostiene el paradigma del endurecimiento de las penas y la acción exclusivamente represiva de las fuerzas policiales para garantizar la seguridad.

La sistemática excusa de no contar con los elementos necesarios para combatir el delito se refuta en cada entrega de patrulleros, cada ampliación del personal destinado al distrito, e incluso, en la intervención de las fuerzas de seguridad nacional en nuestras calles.

La política municipal de seguridad ciudadana no puede limitarse a la construcción de muros, a la provisión de instrumental y material, a la represión del delito exclusivamente, sino que debe convertirse en una acción integrada, con colaboración y participación activa de la comunidad, destinada a asegurar la convivencia pacífica, la utilización armoniosa del espacio público, el combate a la droga, la erradicación de la violencia, la lucha contra la pobreza y la prevención integrada del delito.

Es necesaria la construcción de políticas públicas que trasciendan el marco territorial para responder a la transversalidad del accionar delictivo. No es construyendo Muros que nos separen de nuestros vecinos de San Fernando, San Martín, Vicente López y Tigre que podamos trabajar seriamente en la resolución del problema de la inseguridad. El intendente Gustavo Posse debe comprender que es imprescindible la articulación de un Plan Integral de Seguridad Ciudadana para San Isidro porque se trata de una problemática compleja que no sólo implica respuestas preventivas y represivas de carácter policial, sino que además precisa inexorablemente de inclusión, solidaridad y defensa de los derechos que nos asisten a todos los ciudadanos de este país vivan o no en San Isidro.

Es fundamental mejorar la calidad institucional de San Isidro. No se puede tolerar que una medida de este tipo, que afecta el desenvolvimiento diario en la vía pública de los vecinos de San Isidro, casa por excelencia de la representación ciudadana.

Las condiciones están dadas. Los concejales de San isidro, de todos los Partidos Políticos, ya han demostrado una fuerte madurez, al aprobar por unanimidad durante 2009, el estado de Emergencia de Seguridad, que el Intendente Posse le reclamó al H.C.D. oportunamente.

Es la hora de la política. Una sociedad fundada en el miedo y la desconfianza no tiene porvenir, y la política es la encargada de tender aquellos puentes necesarios para generar una comunidad de valores, culturalmente diversa y socialmente justa.

Fuente: www.zonanortediario.com.ar

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