El equipo de Maradona se desesperó y fue superado por 1 a 0 por el conjunto local durante todo el primer tiempo, en la segunda parte Verón se fue expulsado, pero la garra de Palermo, Schiavi, Zanetti y Mascherano empujaron para llegar al empate que casi se concreta en la última jugada del partido.
El arranque del partido fue parejo, no porque ambos equipos llegaran con claridad, sino porque los errores tanto en un área como en la otra hicieron que desde los minutos iniciales se generaran situaciones de gol. Ni los locales ni los visitantes podían controlar el juego, se repartieron la pelota por un rato, lo que llevó a algunas aproximaciones del equipo de Maradona que buscaba con Verón, Messi y Agüero aunque sin íxito. Por parte de Paraguay el panorama no era muy diferente, le costaba hacer pie en el fondo, pero encontraba los mismos problemas –o aún más graves- en la defensa de Argentina. El primer tiempo tuvo jugadas que fueron puntos de inflexión en el desarrollo de los primeros 45 minutos y que reflejaron el avance y crecimiento de los locales y el retroceso e imprecisiones de los visitantes.
El primer cimbronazo llegó en los pies de Haedo Valdez, quien recibió un centro, la bajó y remató ante la salida del arquero Romero que alcanzó a tocar la pelota providencialmente para desviar su trayectoria y que pegue en el palo. Argentina pareció sentirse agobiada ante la presión que empezaron a ejercer los dirigidos por Martino, que consiguieron adelantarse en el campo y ganar solidez defensiva con el correr de los minutos. Los problemas se acrecentaron cuando a los 21 minutos apareció Santana en el área y sacó un tiro fortísimo que terminó explotando en el travesaño. Argentina se salvaba milagrosamente ya a esa altura del encuentro, y continuaba perdiendo la pelota entre el mediocampo y la delantera.
La suerte se acabó para el conjunto celeste y blanco a los 27 de esa primera parte. Un rechazo largo del fondo de Paraguay encontró mal parada a la defensa visitante, Cabañas la bajó, escapó a las marcas de Mascherano y Gago con movimientos de papi-fútbol, descargó con Barreto y fue a buscar la devolución para luego tocar de primera para Haedo Valdez quien no tuvo problemas en cruzar el remate por lo bajo para anotar el primer gol. Los casi 20 minutos que le siguieron al encuentro antes del descanso fueron para olvidar rápidamente. Argentina siguió con sus imprecisiones, Mascherano y Gago no lograban tener la pelota ni recuperarla, apenas Verón se animaba a buscar claridad y mostrar el camino hacia el arco de Villar entre tanto revoleo pero tampoco encontró en Messi y Agüero cómplices que lo acompañaran.
Para la segunda etapa el equipo tenía que cambiar, iba a cambiar necesariamente, íse era el destino ineludible que se presentaba implacable, pero la incógnita era cómo. Maradona decidió sacar a Dátolo y poner a Lavezzi, un movimiento de piezas atrevido por parte del DT volcando todo el juego del mediocampo sobre Verón y apuntando a copar el área paraguaya. Poco pudo verse de los efectos que tendría la implementación del plan de Diego para el segundo tiempo porque a los 7 minutos Mascherano arriesga la salida con un pase impreciso para Verón, quien llega tarde, baja a Valdez y el árbitro le muestra la segunda amarilla y por ende la roja que significó mucho más que el destino de las duchas para la Brujita, fue la pírdida del comandante futbolístico que muy de a ratos tuvo el equipo argentino.
Un nuevo partido empezó cuando Argentina se quedó con diez, la actitud del equipo –o de buena parte de íl- cambió. Palermo entró en reemplazo de Agüero y los caudillos empezaron a parecerse a los que eran hasta hace algunos partidos atrás: Mascherano y Gago tomaron la lanza del mediocampo por primera vez en el partido; Zanetti se hizo cargo de los relevos en el fondo, tratando de mantener el orden y entregar la pelota limpia en la salida; y “el optimista del gol” se ganó en segundos los aplausos de los más de mil hinchas argentinos, con actitud, haciendo de pivote y bajando todo pelotazo que llovía hacia el área del equipo local. Esas fueron las herramientas que encontraron los dirigidos por Maradona para afrontar el partido e intentar llevarse por delante a Paraguay para robarle el empate. Sin embargo, las “figuras” del fútbol mundial no aparecieron y las pelotas que bajaba Palermo una y otra vez, fueron desperdiciadas una tras otra por Messi o Lavezzi.
Faltando diez minutos para el final del encuentro, Schiavi entró a la cacha para ser el salvador junto a Palermo en algún centro de los tantos que Argentina ensayaba sobre el área local. Y en el último minuto de juego casi lo consiguen. Ni una genialidad de Messi, ni una gran jugada de Agüero, fue todo de factura de los “viejitos”. Llegó un centro pasado, Palermo se elevó y bajó la pelota sobre el área chica para Schiavi que llegaba desde atrás, pero el defensor no llegó a tiempo y allí se esfumó la última ilusión de rescatar un punto.
Argentina fue una sombra apenas del dominador del juego que había mostrado días atrás ante Brasil. No hizo pie en la mitad de la cancha, no encontró claridad y el nerviosismo se generalizó en todas las líneas salvo en el arquero Romero. El desorden fue absoluto, los pases errados incontables. Messi ha dejado de ser hace rato un jugador capaz de sorprender a sus rivales, fue anulado con una facilidad asombrosa y fue a contramano cuando el equipo parecía encontrar en la garra una forma de llegar al gol. Maradona tendrá que pensar mucho quí hacer para los próximos encuentros, tiene tiempo para pensar quí hacer sin Verón, quí hacer con Messi y cómo arreglar las dudas en defensa. Una buena, parece haber aparecido en Romero el arquero que Diego prometió para el mundial de Sudáfrica.
Fuente: www.zonanortediario.com.ar