Desde 1983 hay un consenso explícito sobre el pacto democrático que tenemos como sociedad, y desde ese punto de partida debemos sentar las bases para que las diferencias políticas no se esgriman a través de la violencia.
Ese mismo consenso debería ser el que lleve adelante la dirigencia política multipartidista para desterrar, de verdad, los discursos y actos violentos.
Durante el último jueves, en la sesión del Concejo Deliberante de Vicente López, el oficialismo una vez más eligió priorizar sus intereses ante la oportunidad de acompañar la defensa de la democracia y la institucionalidad de nuestra ciudad frente al intento de magnicidio de la dos veces presidenta y actual vice presidenta Cristina Fernandez de Kirchner.
Así como hay discursos que definitivamente no constituyen una herramienta de discusión política, sí creo firmemente en el debate de ideas y formas de llevarlas a cabo. Algo que no sucede en el HCD.
Los proyectos de profundo interés para las vecinas y vecinos pasan sin debate a las comisiones donde duermen el sueño de los justos. Dicho sencillamente, las sesiones convocadas son encuentros sin contenido y faltantes de acciones políticas concretas.
La complejidad de las dificultades propias del oficialismo, evidenciadas en las últimas sesiones, arrastran consigo la falta de respuestas concretas a las problemáticas diarias de las y los vicentelopenses imposibilitando que se pueda discutir de manera plural, generando consensos que busquen representatividad para todas y todos los vecinos por los que trabajamos, aún en la diferencia. Un veto constante al bienestar común.
Entiendo entonces, por comprensión histórica, que la construcción es colectiva: junto a nuestras ciudadanía, dando discusiones comprometidas y saldándolas en el ámbito para el cual fuimos elegidas y elegidos en las urnas. Es con un “todas y todos” configurando la política a través de la solidaridad en un contexto de paz, cuidando la democracia y militando la justicia social.