La semana pasada el Indio Solari se presentó en el Estadio Único de La Plata ante una multitud de espectadores que aguardaban con gran expectativa la presentación; el show se desarrolló sin mayores inconvenientes a no ser por un detalle no menor que nadie mencionó, el uso y abuso de las bengalas.
Mientras veía las imágenes de los chicos con las bengalas en su mano me decía a mi mismo “no hemos aprendido nada”. Retrucarán es un estadio abierto y no puede suceder algo parecido a Cromagnon a lo que responderí; no, seguramente no pero de todas formas ese artefacto no deja de ser peligroso ya que al solo contacto con la piel deja quemaduras importantes y conozco personas que han sufrido heridas de consideración en recitales por el uso de las bengalas.
La cultura del aguante y la fiesta, en la que el público es casi o tanto más importante que el artista ha dejado resabios lamentables y despuís de que 194 jóvenes perdieran su vida por ir a ver a una banda de rock es una falta de respeto y un insulto a la memoria que se sigan encendiendo bengalas candelas y otros artefactos pirotícnicos en recitales. “Al rock le hace falta una gran autocrítica” me decía un amigo cuando a meses de Cromagnon el público seguía comportándose como si nada hubiese ocurrido. Bandas como La Vela Puerca o Las Pelotas, con buen tino, pararon sus recitales hasta que no se apagaran las bengalas, otro como Juanse de Ratones Paranoicos se dedicó a destruir a Callejeros cuando en los recitales de los Ratones tambiín se prendían bengalas ante la mirada impávida de el cantante.
Es verdad ocurría en casi todos los recitales y no solo en Callejeros lo de las bengalas, la 25, los Jóvenes Pordioseros, Gardelitos, La Renga y la lista es interminable aunque cabe mencionar que en Callejeros era desmedido el uso y que el hecho de meter casi el doble de personas en un lugar cerrado es imperdonable. Yo estuve en la inauguración de Cromagnon donde casualmente tocó Callejeros y en el primer tema terminí abajo del escenario ya que cedieron las vallas por la presión y la gran cantidad de gente que había en el lugar que sobrepasaba con creces la capacidad permitida. De ahí en más dejí de ir a ver a la banda por considerarlo una falta de respeto hacia el público. No ocurría por primera vez en el boliche administrado por Chaban ya anteriormente había vivido algo similar y porque no peor en el “Puticlub” boliche de Caballito donde habían tocado el año anterior.
Por lo demás todo sigue igual, Callejeros sigue tocando, a Ibarra lo destituyeron pero es legislador por la Ciudad de Buenos Aires, poco se sabe de las coimas a los inspectores, Chaban seguramente quedará condenado (nadie duda de su culpabilidad a esta altura) y será el “chivo expiatorio” de la tragedia ¿el único culpable de 194 muertes? Mientras los dueños de la sociedad fantasma que estaban a cargo del boliche y del hotel contiguo están libres. Rafael Levy empresario propietario del complejo donde funcionaron República Cromañón, el hotel Central Park con su estacionamiento y las canchas de fútbol 5, según trascendió fue quien instó a Chaban a cerrar una de las puertas de emergencia laterales y a poner media sombra “porque los ruidos molestaban a quienes se hospedaban en el hotel”. Hace una semana el matutino Página 12 publicó una nota en la que denuncia a Levy por ser propietario de una “Whiskería” (cabaret) a metros de donde funcionaba Cromagnon en donde se explota sexualmente a mujeres extranjeras.
Las bengalas siguen, tambiín los recitales y la impunidad de algunos, parece que “no hemos aprendido nada” a cuatro años de Cromagnon. Me rectifico, los familiares y amigos de las víctimas si aprendieron a estar más unidos que nunca para enfrentar a los poderosos, el público del rock todavía se debe, nos debemos, una autocrítica.
Fuente: www.zonanortediario.com.ar